Dentro de las ciencias sociales el
tema del VIH/SIDA cobró un valor fundamental casi desde el comienzo de su
descubrimiento en los ochentas, temas como las primeras luchas sociales a favor
del acceso a derechos fundamentales como la salud, educación y trabajo; hasta
denuncias en contra de problemas mucho más abstractos: como la eliminación del
estigma social que acarreaban los y las portadoras del virus.
Estas primeras grandes luchas sociales
tuvieron lugar en territorio norteamericano. Destacados personajes como Larry
Kramer dirigieron grandes masas de población marginada a favor de un gran
objetivo: el recobrar el derecho a continuar vivos, a acceder a ese grandísimo
derecho fundamental que se les había estado siendo negado. Pero hablando de
quienes tuvieron un lugar dentro de esta lucha ¿Por qué llamarlos marginados?
La respuesta es evidente para muchos de nosotros: El caso que quienes
presentasen estos síntomas en particular, y que además hubieran estado ejercido
ciertas prácticas sexuales desviadas en particular, implicaba toda una carga
simbólica, toda una estigmatización que tendría como consecuencia entonces el ser
abandonados hasta la muerte.
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El acceso al derecho a la vida, de permitirse
la plena salud no se vería expresado en la existencia de los marginados
particularmente, aun así a pesar de sus multitudinarias luchas. El tema del
cuidado, de la defensa por los derechos fundamentales por parte de las
instituciones se enfocaría en quienes si deberían tener el mérito de vivir:
todos y todas aquellas que no resultaron infectados. Aquello que resulta
interesante dentro de este último análisis es la forma en como se le otorgan
ciertos significados, un cierto trasfondo que permite que al nombrar VIH/SIDA
se piense en un cierto número de cosas más allá que un simple problema de
salud.
Era de esto último que se habían
valido las autoridades, los grupos religiosos y las instituciones de salud
pública de manera explícita o no para ignorar o abandonar a estos grupos
poblacionales. Bajo estos términos, la defensa por la vida se había desviado respecto
a quienes si debían vivir: los practicantes y conservadores de lo sagrado; monógamos, heterosexuales y morales.
Para esto, consideramos pertinente
introducir el término de biopolítica de
Michel Foucault para el trabajo de análisis de este hecho coyuntural en
particular. Como una de las formas de gobierno consideradas en la obra del
autor, la biopolítica surge con la implantación de técnicas de control
estatal como la demografía, tratándose de una forma de poder que pretende
potenciar la vida, “haciendo vivir y dejando morir” a diferentes clases de
individuos y grupos sociales.
Dentro de esta forma de gobierno se
identifican los primeros objetos de saber y blancos de control
biopolítico, que se refieren a “procesos biológicos globales de una población
como son la natalidad, mortalidad y longevidad” (Sacchi: 2010). A partir de
esto surgen una serie preguntas y unos saberes particulares que terminan respondiendo
a las mismas: ¿Cómo suceden? ¿Cómo se aumentan/reducen? ¿Qué las causan? Para
el caso de los primeros años posterior al descubrimiento del VIH/SIDA
consideramos que estas preguntas se ven reducidas o desviadas respecto a
quienes si merecían ser defendidos o cuidados: el portador es un degenerado
sexual, este merece estar así por su orientación sexual, por sus prácticas
sexuales anormales y tan perjudiciales para el orden de las instituciones.
Como
políticas de control ante lo que pudiera continuar siendo una inminente
propagación del virus, surgen en principio medidas de control para el sector
marginado; para de esa forma defender la población no profana. Todo aquel quien fuera un punto de contacto directo con
esta grande masa poblacional habría de ser examinado para determinar que no
resultase peligroso de alguna manera. Como acto restrictivo en principio
quienes debían de realizar su examen de VIH/SIDA habían de ser los médicos y
enfermeras en clínicas y hospitales públicos ¿Qué podría resultar con una
persona contagiada que fuera quien velase por la prevención del contagio de
quienes si merecían ser conservados? Manipuladores de alimentos, prostitutas y
docentes se encontraban sujetos también a estas medidas.
Como
segunda medida para este caso, se consideró necesario el hecho de aislar los
niños contagiados de VIH/SIDA de las escuelas. En este caso recordamos el
momento en que los padres de familia en una escuela de Kokomo, Indiana pidieron
por medio de firmas aislar al estudiante Ryan White, para así evitar el riesgo
de que sus hijos llegasen a ser contagiados por contacto con él, en lo que
fueran actividades tan cotidianas como compartir alimentos, estrechar manos y
compartir objetos que resultaran cortopunzantes. Estas medidas en defensa de la
población resultan para dar una respuesta al porqué de la muerte, del cómo se realiza
este contagio y de cómo prevenirlo.
A
continuación, otro campo de intervención biopolítico es aquel que se refiere a
la relación existente entre medio-población, entendiéndola entonces como la
incidencia del medio sobre el hombre como especie. Las preguntas que surgen
dentro de este campo de intervención para el hecho coyuntural aquí presentado
podrían resumirse en asuntos como ¿Cuáles son los focos de infección? ¿Dónde se
encuentra espacialmente esa parte profana
de la población? ¿Qué clase de lugares es necesario administrar o erradicar
en defensa de la vida?
No
es un secreto que este problema comenzó a resultar de escarnio público al
momento de llegar a las grandes ciudades del mundo. Ya hablábamos de los casos
anteriores en donde ciertas personas que resultaban puntos de contacto
importantes para toda la población habrían de ser examinadas para no
convertirse en riesgos inminentes. Bajo la visión o más bien por medio de este
campo intervención, tomamos como variables de análisis aquellos lugares en
donde se encontraban realizando actividades estas personas necesarias a
gobernar para no convertirse en focos de infección por contacto constante con
grandes masas poblacionales.
Una
de las grandes instituciones propias del gobierno disciplinario se dispone como
uno de los primeros lugares que han de
verse modificados por esta otra forma de gobierno, y estos son los hospitales:
toman ahora nuevas medidas respecto a cómo administrar sus propios espacios en
pro de una higienización de todos los elementos que también pudieran resultar
riesgosos para la integridad poblacional; asimismo se crean clínicas especializadas
donde se dispondrían mejores espacios para el tratamiento de estos enfermos:
camillas, habitaciones, equipamiento y todo lo demás referente al carácter
arquitectónico característico de esta institución de encierro.
Posterior
a esto –y resulta aún más interesante- es cuando la ciudad resulta como medio o
espacio incidente sobre la vida del hombre, por eso es necesario también entrar
a gobernarla. El juego sobre la vida, el actuar de esta forma de gobierno
dentro este medio se rige en aquellos lugares que se forjan también como
centros de contacto y propagación del virus. Centros de encuentro BDSM, los
saunas y bares gay en general son señalados no únicamente por razones de qué
sucede en su interior en cuanto al juego erótico de personas del mismo sexo
(esta indignación al parecer no dejó de existir nunca), el calificativo ahora
se transforma (si no es que se entrelaza) como por sitios donde prácticas que
ayudaban a propagar el virus tenían lugar dentro de sus puertas.
Bibliografía
Carlomusto,
J. (Productor). (2015). Larry Kramer in Love and Anger [Motion Picture]. EE.UU:
Home Box Office (HBO).
Foucault,
M. (2008). Seguridad, territorio, población. Ediciones AKAL.
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J. S. (2003). El mal del siglo veinte: Poesía y SIDA. Revista de Crítica
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Sacchi,
E. (2010). Biopolítica, población y público: Los estudios culturales y la
biopolítica. Ciencias Sociais Unisinos, 46(3), 225–231.